domingo, 7 de octubre de 2012

Lo inevitable es...


Lo inevitable, es saber que no podemos cambiar el mundo


Resumen:

El mundo avanza rápidamente, en unos pocos años los cambios más inesperados suceden, los seres que habitan aquí sufren esos cambios en carne propia y eso es inevitable. Alisa Rosto era una de esas tantas personas que deseaban evitar esos cambios…que deseaba que todo fuera como siempre.




Capitulo único:

Alisa Rosto era y siempre seria un genio, una mujer con uno de los mayores coeficientes intelectuales del mundo, si, Alisa era una mujer de unos veintidós años, de cabello color negro y ojos color miel, de sonrisa embrujadora y finas fracciones francesas, para algunos ella era la perfección en persona, para otros era solamente una chiquilla con aires de grandeza, pero todos tenían siempre lo mismo en mente…en realidad, ¿Quién era Alisa Rosto?, pues bien, yo, estoy aquí para contároslo, ¿Qué quién soy?, eso ahora mismo no tiene importancia, lo único que debéis saber es que puede que después de esta historia, no veáis el mundo con los mismos ojos…

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Por los solitarios pasillos se escuchaban unos pasos de forma estridente debido a los tacones y a la inmensidad de este, era por la noche, y una delicada y fina figura se acercaba hacia donde estaba, su rostro no se veía, pero no hacía falta, sin verle la cara, yo sabía quién era.

-¿Qué le trae por aquí a estas horas, Dra. Rosto?

-Simplemente paseaba, deseaba despejarme un poco.

-Si es que Dra., pasar tanto tiempo pegada al ordenador no tiene que ser bueno.

-Lo se, pero no puedo hacer mas, mi investigación está llegando a su punto culmen.

-Y dígame, si se puede saber, ¿Qué conseguirá si esa investigación se termina?

Ella se quedo callada, su rostro se había transformado en uno marcado por el dolor, la soledad y el miedo, al ver que la observaba decidió fingir una sonrisa y contestarme a mi pregunta, una pregunta que desearía no haberle hecho.

-Si todo sale bien…lograre…

Ella se quedo callada, siguió su camino hacia a delante y mis ojos se abrieron de forma desmesurada, me había dado la respuesta, pero era una que no esperaba.

Devolverle la vida a los muertos-esas palabras seguían en mi mente, dando vueltas una y otra vez, sin parar, tantas vueltas dieron que lograron marearme, cansado y asustado me fui hacia mi habitación a dormir, tal vez al día siguiente me encontrara mejor.

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Era e nuevo por la noche y yo estaba en el laboratorio de la Dra. Rosto, al parecer había encontrado la pieza clave para su investigación, había encontrado la forma de hacer realidad el anhelo de todo ser humano, había conseguido devolverle la vida a alguien…¿a quién?, pues ahora os lo digo…

-Eso suena muy egoísta de su parte Dra. Rosto

-Jefe, no es egoísmo, es por el bien de la investigación.

-Es puro egoísmo señorita, ¿Por qué debemos usar el cadáver de su prometido en el experimento en lugar de cualquier otro?

-Porque me lo debe, sin mí esto no sería nada, sin mi nada de esto hubiera funcionado, ¡maldita sea me lo debe!

-Lo dicho, puro egoísmo, pero…tiene razón, el existo de esta investigación es gracias a usted, pero…

-¿Pero?

-Usted más que nadie sabe las consecuencias que trae devolver a alguien a la vida con este método, ¿está segura?

-Sí, lo estoy, perdí a mi prometido por culpa de mi trabajo, así que mi trabajo me recompensara el habérmelo quitado.

Y la Dra. Rostov se fue, dejando al jefe de la investigación sorprendido y he de admitir que a mí, también lo hizo, esa mujer tenía carácter y todos los allí presentes sabíamos porque, la Dra., había estado prometida hasta hacia unos meses, pero algo terrible sucedió, justo cuando ella no estaba en casa, un asesino contratado por unos terroristas para impedir la investigación que hacía por aquel entonces entro en su casa y sin escrúpulos mato a su prometido, eso destrozo a la joven doctora e hizo que comenzara este nuevo proyecto en su afán de volver a estar con él.

-Esa mujer realmente tiene agallas.-Dijo uno de los compañeros de la doctora.

-Si no las tuviera, no haría lo que está haciendo.

Mi compañero me puso una mano en el hombro y me sonrió en señal de apoyo, tras aquella reunión, comenzó el experimento, todos estábamos allí para verlo, una de las ayudantes trabo en una camilla el cuerpo descongelado del prometido de la doctora, un hombre alto y guapo de cabellos rubios, sin duda la doctora tenia gusto para los hombres y eso… dolía.



-¡Asido un completo éxito, se mueve!-Grito el jefe emocionado.

Y efectivamente, el joven prometido de la Doctora abrió los ojos y nos mostró un par de orbes de color verde un verde muy intenso, demasiado intenso.

-Garren, me alegra tanto que estés vivo.-La doctora abrazo a su prometido, el cual la abrazo también, pero había algo extraño, algo que no encajaba allí y eso era…

-¿Por qué tienes esa cara de enfadado, cariño?

Si, en ningún momento el joven prometido de la doctora había quitado de su rostro la expresión de ira y molestia, ni si quiera al ser abrazado por su prometida.

-Tú...

Todos los allí presentes entendieron la situación y se retiraron dejando a la pareja sola, pero yo no, mi orgullo de hombre me lo impedía, así que me escondí detrás de un mueblo, ninguno de los dos se dio cuenta, así que me quede allí, escuchando su conversación.

-Cariño, Garren…¿qué te pasa?

-Tu….tu me mataste.

Y tras esa frase algo en mi mente reacciono…

-Usted más que nadie sabe las consecuencias que trae devolver a alguien a la vida con este método, ¿está segura?

¿A caso a esto se refería con las consecuencias?, ¿o era solamente la confusión que tenia aquel joven tras haber revivido?

-Cariño, yo no te mate, fue ese asesino, es más, yo te traje a la vida de nuevo. –Ella cogió la mano de su prometido y se la puso en el pecho del joven, para demostrarle que el corazón latía.- ¿ves?, no estás muerto…

Pero…algo fallaba, el seguía sin reaccionar, solo susurraba algo, algo que no oía, y al parecer la doctora tampoco, hasta que fue demasiado tarde…

-¡Tú me mataste y me has transformado en este monstruo!

Garren, se lanzo encima de la doctora e intento ahogarla, con sus fuertes manos comenzó a estrangularla y yo salí de mi escondite para plantarle cara.

-¡Suéltala!

Pero el no me hizo caso, siguió ahorcándola, así que me lance encima del, ambos nos enzarzamos en una pelea, hasta que el cogió un bisturí que había allí cerca, y amenazo con mar a la doctora, a su propia esposa, el supuesto amor de su vida…

-¡Vete, déjanos solos o juro que la matare!

Lentamente me fui de allí, no tenia mas opción, pero entonces, fui inteligente, agarre uno de los tantos tubos de cristal que había por allí y lo tire detrás del sin que se diera cuenta, aun que fue difícil ya que tenía su mirada clavada en mi espalda, tras escuchar el ruido se dio la vuelta y se distrajo, lo que paso después…apenas lo recuerdo, solo se que la doctora tenía las manos llenas de sangre y el bisturí en la mano, un bisturí, que le había arrebatado la vida a su prometido…

-Lo hice,…no creí ser capaz de hacerlo, pero...lo he hecho, he acabado con lo que empecé, lo he matado.

-Ese no era su marido, Dra., usted lo sabe.-Dije tristemente.

-Lo sé, se que… sé que lo único que traje a la vida fue un cadáver capaz de moverse debido a las ganas de venganza, muerte y resentimiento, sé que no era mi marido…pero aun así…gracias,…por todo, lamento hacer esto así, pero…cuídate, …adiós…-Dijo todo esto mirándome a los ojos y de la inmensa impresión no pude evitar lo que sucedió a continuación, sin darme tiempo a reaccionar, la doctora se clavo el bisturí en el estomago…acabando así con su vida, al igual que lo había hecho con la de su prometido…

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Y así, fue como nos dimos cuenta de que lo inevitable es saber, que no podemos cambiar el mundo, que solo Dios puede, por eso, espero que sepáis apreciar lo que tenéis entre manos, la verdadera historia de Alisa Rosto, la mujer más maravillosa del mundo y la única a la que siempre amare…la que espero, me reciba con los brazo abiertos, cuando llegue la hora.

-Y con esto concluye el testamento del señor Charles Justan.-Dijo el notario tristemente tras leer lo escrito por el anciano y fallecido señor.-Que Dios se apiade de su alma, ya que en esta vida, este hombre no encontró lo que buscaba.

Y el notario salió de aquella casa vacía, para asistir a un entierro donde no habría nadie, ya que aquel señor no tenía familia, no tenia nadie, o eso creía el joven notario hasta que leyó el testamento, dándose cuenta así, de que aquel hombre nunca más estaría solo…no, no lo estaría, ya que la tendría a ella, al fin se había reunido con la persona que amaba, y mientras que pensaba en eso, recordó la última frase escrita por el anciano…

El mundo es algo cambiante, pero es algo que cambia solo por el paso del tiempo, algo que el hombre nunca podrá controlar, ya que solo Dios tiene el poder de hacerlo, un poder… capaz de cambiar la vida de la gente, un poder…que solo Alisa Rosto, tenia…